Durante la peregrinación, cayó sobre su espalda una mochila. Hizo que ella trastabillase y tropezase un sinfín de veces hasta que se acostumbró al peso y a la idea de llevar un amigo más, aparte del alma pesada y los libros en las manos. Su nuevo acompañante carecía de flexibilidad, era inerte y ni siquiera conversaba con ella. Se hastió de llevar esa gran incomodidad en su espalda, e intentó quitársela reiteradas veces; en vano.
Con el pasar del tiempo, las lluvias del mes y la humedad de los sitios que visitaban juntos, su curioso y callado acompañante comenzó a adoptar la forma de los valles y las mesetas de su espalda; gracias (¿gracias?) a las precipitaciones, largas enredaderas floridas comenzaron a descender por la cintura de la anfitriona, enroscándose en sus caderas, en sus piernas y amarrandose final y firmemente en los dedos de sus pies. Su cabellera llovió sobre la parte superior de la mochila e inventó la noche que aliviara su peso. La larga caminata y los abriles reflexivos obligaron a unirse y a asociarse a la niña a la mochila, tanto que la forma original de la primera cedió. Con su metamorfosis, el tiempo hizo de la pequeña el convexo y de la mochila el cóncavo. Tal para cual.
Con el pasar del tiempo, las lluvias del mes y la humedad de los sitios que visitaban juntos, su curioso y callado acompañante comenzó a adoptar la forma de los valles y las mesetas de su espalda; gracias (¿gracias?) a las precipitaciones, largas enredaderas floridas comenzaron a descender por la cintura de la anfitriona, enroscándose en sus caderas, en sus piernas y amarrandose final y firmemente en los dedos de sus pies. Su cabellera llovió sobre la parte superior de la mochila e inventó la noche que aliviara su peso. La larga caminata y los abriles reflexivos obligaron a unirse y a asociarse a la niña a la mochila, tanto que la forma original de la primera cedió. Con su metamorfosis, el tiempo hizo de la pequeña el convexo y de la mochila el cóncavo. Tal para cual.
Qué insoportable se vuelve la falta de parámetros, que nos aleja. Me desespera esa puta distancia que nos separa y que no me deja calificar cualitativamente lo que hago. Yo, tan estructurada, tan cristalizada, quiero un número, una calificación, un veredicto. Busco en todo momento el estilo adecuado para nadar un determinado tramo. Luego, todos somos diferentes. Pasan a mi lado y hacen ondear el agua, me hunden. Pierdo el ritmo, pierdo MI ritmo, que es todo lo que tengo, que es a todo lo que me dediqué... Tratemos de establecer una metáfora que pueda correspoder el nadar y el tomar decisiones. Punto A: concierne a una supuesta competencia. Punto B: toma de un camino diferente al que se frecuenta, figuradamente hablando.
1. Largada
a.Me tiro, de cabeza. Respiro por la nariz al sacar la cabeza del agua, exhalo por la boca. Me alejo del borde. No me ahogo, sé nadar.
b.Me tiro (opto), de cabeza. Respiro por la nariz (para mi tranquilidad). Me alejo del borde (lease seguridades); mi ritmo "NO ritmo" (el único que cultivé, como te dije antes) me sofoca, me deja en desventaja. Veo a todos pasarme. Trato de ir más rápido... Me ahogo.
2. Carrera
a.Ya estoy en desventaja; pienso. Si me calmo y recobro mi ritmo y mi aliento corporal (que jamás va a ser el mismo que el espiritual, para variar) puedo ir más rápido o tomar ventaja en la vuelta. Sh.
b.Arranqué como el orto. Ya estoy sin aire, cansada y estancada en el medio, JUSTO en el medio. Añoro el borde. Se me antoja volver. Pero los antojos son antojos. Me disfrazo de optimismo y sigo, para buscar la bendita ventaja, o un mísero empate.
3. Vuelta americana
a.Trago 823782 litros de agua con cloro, pero me vuelvo a calmar. Respiro, hondo. Saco la ventaja que venía necesitando para alcanzar a mi contrincante. Bien. Bien.
b.Esta etapa se corresponde con el primer revés que te pone el tema de tu decisión nueva. Y hay que saber soportarlo. Estableciendo términos parecidos, trago 823782 litros de malasangre, preocupación, frustración, falta de motivación, dolor, insatisfacción con mi "no ritmo" y un poco de sentimiento de independencia, que actuaría como fundamento antagónico de los otros componentes, ¿no?. Vendría a ser el oxígeno.
4. Carrera final
a.Bien, Juli, bien.
b.Olvidate de la ventaja que suponías sacar. Y del empate. El miedo no se va respirando hondo acá.
5. Llegada
a.LLego sin aire, con calambres en las cuatro extremidades. Pero conjuntamente con mi rival. Sí.
b.Llegué 3°, y competíamos solo dos personas.
Conclusiónes: es imposible (o contraproducente) establecer metáforas que asocien las capacidades corporales con las capacidades intelectuales y espirituales. Hay las similitudes, pero pensarlas y escribirlas equivaldría a una baja en mi "no ritmo" (llamemoslo mejor "ritmo diferente", que tengo sentimientos) y por ahora no me gusta mucho la idea. Por ahora.
Las ganas menguan, igual que la fuerza en los brazos al nadar. La voluntad flaquea, como cuando las piernas tiemblan. El miedo paraliza, como un calambre. Pero siempre me resultó más fácil controlar mi cuerpo y soportar el dolor físico con voluntad que domar mis sensaciones. ¿Ves? Eso también lo cultivé junto con mi "ritmo diferente": sobrevivir a los congelamientos, a las tormentas, a los vientos, al calor sofocante que sufro cada vez que pienso. Y va de mal en peor esto de la inconsistencia, por suerte. No creo querer ser lineal.
1. Largada
a.Me tiro, de cabeza. Respiro por la nariz al sacar la cabeza del agua, exhalo por la boca. Me alejo del borde. No me ahogo, sé nadar.
b.Me tiro (opto), de cabeza. Respiro por la nariz (para mi tranquilidad). Me alejo del borde (lease seguridades); mi ritmo "NO ritmo" (el único que cultivé, como te dije antes) me sofoca, me deja en desventaja. Veo a todos pasarme. Trato de ir más rápido... Me ahogo.
2. Carrera
a.Ya estoy en desventaja; pienso. Si me calmo y recobro mi ritmo y mi aliento corporal (que jamás va a ser el mismo que el espiritual, para variar) puedo ir más rápido o tomar ventaja en la vuelta. Sh.
b.Arranqué como el orto. Ya estoy sin aire, cansada y estancada en el medio, JUSTO en el medio. Añoro el borde. Se me antoja volver. Pero los antojos son antojos. Me disfrazo de optimismo y sigo, para buscar la bendita ventaja, o un mísero empate.
3. Vuelta americana
a.Trago 823782 litros de agua con cloro, pero me vuelvo a calmar. Respiro, hondo. Saco la ventaja que venía necesitando para alcanzar a mi contrincante. Bien. Bien.
b.Esta etapa se corresponde con el primer revés que te pone el tema de tu decisión nueva. Y hay que saber soportarlo. Estableciendo términos parecidos, trago 823782 litros de malasangre, preocupación, frustración, falta de motivación, dolor, insatisfacción con mi "no ritmo" y un poco de sentimiento de independencia, que actuaría como fundamento antagónico de los otros componentes, ¿no?. Vendría a ser el oxígeno.
4. Carrera final
a.Bien, Juli, bien.
b.Olvidate de la ventaja que suponías sacar. Y del empate. El miedo no se va respirando hondo acá.
5. Llegada
a.LLego sin aire, con calambres en las cuatro extremidades. Pero conjuntamente con mi rival. Sí.
b.Llegué 3°, y competíamos solo dos personas.
Conclusiónes: es imposible (o contraproducente) establecer metáforas que asocien las capacidades corporales con las capacidades intelectuales y espirituales. Hay las similitudes, pero pensarlas y escribirlas equivaldría a una baja en mi "no ritmo" (llamemoslo mejor "ritmo diferente", que tengo sentimientos) y por ahora no me gusta mucho la idea. Por ahora.
Las ganas menguan, igual que la fuerza en los brazos al nadar. La voluntad flaquea, como cuando las piernas tiemblan. El miedo paraliza, como un calambre. Pero siempre me resultó más fácil controlar mi cuerpo y soportar el dolor físico con voluntad que domar mis sensaciones. ¿Ves? Eso también lo cultivé junto con mi "ritmo diferente": sobrevivir a los congelamientos, a las tormentas, a los vientos, al calor sofocante que sufro cada vez que pienso. Y va de mal en peor esto de la inconsistencia, por suerte. No creo querer ser lineal.
Cambio de luz y puedo observar la huída atropellada de esas máquinas. Entonces pongo freno a esta situación y corren las personas, atolondradas, cada una llevando la cabeza en sus manos. Vuelvo a irrumpir. Máquinas. Y otorgo una breve tregua otra vez. Miro con detenimiento… pareciera que mis cambios sugieren y mueven modificaciones en ellos. La rapidez de mi dinamismo o la insoportable densidad de mi accionar cuando ellos urgen parece predisponerlos, queriendo llenar los segundos vacíos. Durante mi luz –llamemos a esta roja- una pareja se ubica a mi lado. No soporté las lágrimas en los ojos de ella, de la joven; él la atacaba, la atacaba y la seducía. Entonces encendí mi otra luz-llamemos a esta verde-. Ellos se alejaron, ella más rápido que él. No obstante, mi reacción me dejó entrever la prisa de los demás. Me detuve.
Lo recuerdo bien claro, con un pisar nítido y contundente; una vorágine insostenible, pero que sin embargo sostienen. El lujo, el elixir esta en pequeñeces como yo. ¡Y ellos corren!
Me tomé mi tiempo para pensar. No quiero que peleen, ni que corran. Me apagué, y que decidan ellos.
Lo recuerdo bien claro, con un pisar nítido y contundente; una vorágine insostenible, pero que sin embargo sostienen. El lujo, el elixir esta en pequeñeces como yo. ¡Y ellos corren!
Me tomé mi tiempo para pensar. No quiero que peleen, ni que corran. Me apagué, y que decidan ellos.
La cortina de aluminio por fin se hizo escuchar, y nos envolvió; eso, más el peso del plomo de las líneas en su final, líneas que esconden despampanantes las perlas, perlas que son transparentes y cristalinas mirándolas de costado; de costado y de perfil es como acostumbro mirarlas en noches así. El frío que hace arder el momento. Y la luz que no llega. Los canales y acueductos, ciudades, ríos y montañas de esa colosal metrópoli que suelo visitar, cerrados. La cima de la estructura, el lugar más alto, inhabilitado por hoy. Las zonas bajas, paralizadas; y el sol que no asoma. De tanta noche, me resigno a frecuentar los bosques negros y profundos; con terror. Los ríos que no disminuyen su caudal, y arremeten contra mí silenciosos. Niebla que deja al descubierto los peores instintos de conservación. Bruma que enciende mis pupilas y me exige defensa. Defensa que no sé usar. Defensa que en estos casos es inútil. Los árboles con esas sombras confusas que nublan mi razón. Hasta que amanece, y todo se ilumina con ese Sol Disfraz que deja relucir los caminos andados. Un Sol Mentira que con salvajes intentos trata de justificar la barbarie del lugar; Sol Engaño que sabe de los recovecos, y que incendia las perlas. Sol Motor Primero que desata la incineración de mi mirar, y más tarde de todo lo que queda de pie. Sol Trampa que juega con cartas marcadas, y planea monitoreando mis movidas. Pero Sol Ingenuo que al fin y al cabo no sabe mentir hasta el final. Sol que es noche, que incendia las perlas. Sol que desfigura los contornos, que desdibuja. Viento que recompone, Sol que incendia las perlas -bajo los arcos, escondidas en las cuevas-.
Pd: Recién tendrías que estar en tu casa! Me da mucha pena.
Pd: Recién tendrías que estar en tu casa! Me da mucha pena.
Pensar en el encastre, las piezas. Perfectas.
Conjeturar que por algo es, por algo no. Arriesgarse a decir que aquélla lágrima que derramé, hoy te llega; y cae otra vez...La ficción, en mis ratos libres, de haber pensado -de haber tratado- el por qué; y la risa transparente que me avisa, me recuerda que no estoy lista. Una voz sigilosa, casi imperceptible, suave, desafiante, contundente, penetrante. Que espera hasta que se abra mi puerta, en el umbral...Escalofriante cuando no quiero escuchar. Piadosa, misericordiosa; Paternal. Habita como huésped regular; entra y sale a su antojo. Pero siempre dejando sus resabios. Dejando ecos. No me traiciona, y aún así me hace temblar...Sus augurios, sus susurros: palabras desarticuladas, pero firmes. Oscuras, llenas de niebla, pero claras. Me atacan de forma precisa; a mí. Sin escala llegan a mí. Y son irrevertibles, inmutables. Son perpetuas, extensas.
Me tomo mi tiempo de duelo, de silencio -no dejan de atacar-. Caigo en un profundo anonadamiento, irrevocable tristeza, malestar. Sin embargo espera, siempre espera. Pido ayuda, consuelo, y pregunto cuál es el objetivo; y durante un instante logro entrever una verdad pequeña y tímida. Se va. Con eso, me dice, tengo que saciarme, no preguntar más. Algo inabordable, inconmensurable, se esconde detrás de Él. E insiste en que no puedo verlo.
Conjeturar que por algo es, por algo no. Arriesgarse a decir que aquélla lágrima que derramé, hoy te llega; y cae otra vez...La ficción, en mis ratos libres, de haber pensado -de haber tratado- el por qué; y la risa transparente que me avisa, me recuerda que no estoy lista. Una voz sigilosa, casi imperceptible, suave, desafiante, contundente, penetrante. Que espera hasta que se abra mi puerta, en el umbral...Escalofriante cuando no quiero escuchar. Piadosa, misericordiosa; Paternal. Habita como huésped regular; entra y sale a su antojo. Pero siempre dejando sus resabios. Dejando ecos. No me traiciona, y aún así me hace temblar...Sus augurios, sus susurros: palabras desarticuladas, pero firmes. Oscuras, llenas de niebla, pero claras. Me atacan de forma precisa; a mí. Sin escala llegan a mí. Y son irrevertibles, inmutables. Son perpetuas, extensas.
Me tomo mi tiempo de duelo, de silencio -no dejan de atacar-. Caigo en un profundo anonadamiento, irrevocable tristeza, malestar. Sin embargo espera, siempre espera. Pido ayuda, consuelo, y pregunto cuál es el objetivo; y durante un instante logro entrever una verdad pequeña y tímida. Se va. Con eso, me dice, tengo que saciarme, no preguntar más. Algo inabordable, inconmensurable, se esconde detrás de Él. E insiste en que no puedo verlo.
Si pienso en tus líneas pierdo tu extensión. Entonces pasas a ocupar todo el espacio, a llenarlo. Lo saturas. Me saturas. Trato de proceder, de seguir; me bloqueas.
Arraigado como una costura, avanzas sobre mi piel; colonizás. Izas una bandera en cada rincón. Siento cada puntada, y tu hilo cruel rozando mi piel. Tiemblo de dolor, pero ya es imposible detenerte. Llegaste hasta la parte superior, y es tarde. Tarde para barrerte, para quemarte y hacerte arder. ¡Qué macabro mecanismo este, el tuyo! Qué calculada maniobra. Qué inconmensurable sumisión la mía… Pero qué sosiego descansar en tus brazos, mirar caer y subir tus pestañas. Mirarte mirarme. Qué enormes tus abrazos, y qué ubicada estaba en el mundo; qué paz, ¡qué paz cuando me hacías volar!. Cantabas para mí, y lo demás no importaba -ahora tampoco importa-; qué satisfactoria tu sonrisa cuando la esbozabas por y para mí. Qué loca me volvías, con qué locura te amaba. El brillo de mis ojos que hablaba por sí mismo, y que sacaba a relucir el latente de los tuyos. Las estrellas que se prendían solo para mí y para vos; para los dos. Mis manos en tus brazos, trepando por tu espalda y todo eso.
Arraigado como una costura, avanzas sobre mi piel; colonizás. Izas una bandera en cada rincón. Siento cada puntada, y tu hilo cruel rozando mi piel. Tiemblo de dolor, pero ya es imposible detenerte. Llegaste hasta la parte superior, y es tarde. Tarde para barrerte, para quemarte y hacerte arder. ¡Qué macabro mecanismo este, el tuyo! Qué calculada maniobra. Qué inconmensurable sumisión la mía… Pero qué sosiego descansar en tus brazos, mirar caer y subir tus pestañas. Mirarte mirarme. Qué enormes tus abrazos, y qué ubicada estaba en el mundo; qué paz, ¡qué paz cuando me hacías volar!. Cantabas para mí, y lo demás no importaba -ahora tampoco importa-; qué satisfactoria tu sonrisa cuando la esbozabas por y para mí. Qué loca me volvías, con qué locura te amaba. El brillo de mis ojos que hablaba por sí mismo, y que sacaba a relucir el latente de los tuyos. Las estrellas que se prendían solo para mí y para vos; para los dos. Mis manos en tus brazos, trepando por tu espalda y todo eso.
Llegué y volviste la mirada. Ese fue el comienzo de nuestro juego.
Verdades aquiladas, disfrazadas. Corrompidas. Tu sabor que no se va, tu locura que no vuelve; y yo que sigo esperando. El cielo que pesa, y me comprime; ya no es azul, tampoco gris - y quisiera que al menos fuese gris- . ¿Algo un poco más cierto que esta mezcla de colores que me descoloca, que me cega? Busco respuestas y encuentro sólo tu voz lejana, riendo.
Canciones gastadas, arpegios que matan. Un ritmo que va a terminar conmigo. Notas que fueron dulces, y que en este momento solo me humillan. Y vos, que seguís jugando.
Yo que tengo cosas que hacer, y vos que seguís jugando; jugando conmigo y con vos.
Te pido ayuda, auxilio, apoyo. Te pido que vuelvas. Que me abraces. Contención.
Y vos jugás.
Intento dibujar mi camino, bosquejarlo. Vos, siempre vos, con tu lúdico olvido marcas mis intentos. Borras el sendero, lo cambias. Lo redireccionas.
Ahora todo me duele. Te sangro. Nada de lo que pueda hacer me da sosiego. Me haces obedecer. Obedecer a nada, si ni siquiera estás.
Siempre vos. En el momento oportuno.
Yo que te necesito, y vos que jugás.
Vos, que fuiste mi amor, mi verdad. Jugás.
Sigo escuchando tu canción. Y sigo tragando veneno. Camino, peleo. Pero vos jugás.
Verdades aquiladas, disfrazadas. Corrompidas. Tu sabor que no se va, tu locura que no vuelve; y yo que sigo esperando. El cielo que pesa, y me comprime; ya no es azul, tampoco gris - y quisiera que al menos fuese gris- . ¿Algo un poco más cierto que esta mezcla de colores que me descoloca, que me cega? Busco respuestas y encuentro sólo tu voz lejana, riendo.
Canciones gastadas, arpegios que matan. Un ritmo que va a terminar conmigo. Notas que fueron dulces, y que en este momento solo me humillan. Y vos, que seguís jugando.
Yo que tengo cosas que hacer, y vos que seguís jugando; jugando conmigo y con vos.
Te pido ayuda, auxilio, apoyo. Te pido que vuelvas. Que me abraces. Contención.
Y vos jugás.
Intento dibujar mi camino, bosquejarlo. Vos, siempre vos, con tu lúdico olvido marcas mis intentos. Borras el sendero, lo cambias. Lo redireccionas.
Ahora todo me duele. Te sangro. Nada de lo que pueda hacer me da sosiego. Me haces obedecer. Obedecer a nada, si ni siquiera estás.
Siempre vos. En el momento oportuno.
Yo que te necesito, y vos que jugás.
Vos, que fuiste mi amor, mi verdad. Jugás.
Sigo escuchando tu canción. Y sigo tragando veneno. Camino, peleo. Pero vos jugás.